martes, 17 de julio de 2012

De frases y refranes

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De frases y refranes

01:21

    Vuelvo hoy con el análisis de dicciones que conocemos y utilizamos de tanto en tanto, con el objeto de saber su significado y orígenes.

    En pelotas

    “En pelotas y en paños menores” es una expresión muy conocida, aunque esta versión es propia de España. En Argentina se dice: “Andar en pelotas”. Siguiendo a José María Iribarren, es un modo adverbial que significa “en cueros” o sea, literalmente desnudo, sin ropa alguna. Por otra parte agrega, “dejar a uno en pelotas” equivale a “despojarlo de sus bienes, robarle cuanto tiene y desnudarlo de la ropa exterior”. Las variantes más usadas son: “Estar / andar / dejar en pelotas”.
    Vale lo que pesa
    Este es el segundo aforismo del que me ocuparé. Hace alusión al peso en oro o en plata que, para la consideración de la persona que lo pronuncia, tiene la persona o cosa a la que se refiere. Pareciera que, en las antiguas leyes de los pueblos bárbaros del norte de Europa, se obligaba al asesino de un hombre a pagar a sus parientes o deudos una cantidad de oro o plata semejante al peso del asesinado. Entonces, el matador tenía que entregar a los deudos esa cantidad de oro o plata, según la clase o condición social de la víctima. En algunas circunstancias, cuando esa entrega no lograba apaciguar a los parientes, era necesario que el reo la aumentara según las exigencias de aquellos. Cuando se cumplía con esto, el victimario quedaba libre de su culpa.
    Más adelante tal costumbre se extendió, como un exvoto o promesa, para librarse de una enfermedad o de la muerte, entre católícos devotos o piadosos. Se practicaba, en consecuencia, esta costumbre de pedir por un criminal para eximirlo del castigo que podía corresponderle por su fechoría, con el objeto de que, quien rezaba por esto, se librara de una enfermedad, muerte o algún peligro que lo amenazaba. Esto también podía ser impetrado para otras personas, no solo para el que lo pedía. Se ofrecía a Dios, o a algún santo al que se era devoto, entregar el peso del enfermo en oro, plata, trigo, o de algún otro elemento de valor, si el enfermo curaba.
    Se cuenta que Chacarico, rey de los suevos, hizo pesar en oro y plata el cuerpo de su hijo enfermo y envió tal cantidad a la tumba de San Martín, para que el santo le obtuviera la curación que tanto necesitaba. Asimismo, a título de curiosidad, relata Iribarren que, en la actualidad, al Aga Khan le regalaban todos los años su peso en oro.

    Pero también nosotros podemos comprobar ya en nuestra cultura, aunque no se trate del peso en oro o plata de una persona, que los promesantes llenan las imágenes de la Virgen y los santos con exvotos que testimonian su agradecimiento por la curación de distintas enfermedades, para ellos o para sus “promesados”, como les llaman los lugareños. Entregan en las iglesias o grutas imágenes de metal (en algunos casos, de plata) que reproducen el órgano beneficiado con la curación.
    Me lo ha contado un pajarito
    Este dicho asevera el autor citado es ya muy antiguo. Se remonta hasta la Biblia. En efecto: en el libro del Eclesiastés, capítulo X, podemos leer lo siguiente: “Ni en los secretos de tu cámara (dormitorio) digas mal del rico, porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber tu palabra”.
    Para ilustrar con un ejemplo la profusión de casos que, sobre este tema, abunda en la literatura universal, en la “Historia de dos hermanas”, el último cuento que se encuentra en el libro de “Las mil y una noches”, un pájaro verde que habla, revela al Sultán el verdadero origen de los príncipes Bahman y Perviz, y de la princesa Parizada. También una paloma blanca llega volando desde Inglaterra a Roma en el siglo IX. Va a la iglesia de San Pedro para depositar un pequeño rollo de pergamino, en el cual se narraba el martirio que había sufrido san Kenelm.
    Respecto de esta última narración, cabe recordar el importante papel que han cumplido las palomas mensajeras en beneficio de la humanidad desde hace siglos. Si bien en la actualidad los mensajes vuelan por la red virtual, liberándolas de su valioso oficio secular, a pesar de ello muchos humanos, agradecidos por su tan prolongada y valiosa acción, han constituido asociaciones que protegen, y hasta utilizan sus servicios, a estas extraordinarias aves mensajeras.
    Me la vas a pagar
    “Me la has de pagar” es la versión española, y originaria del dicho, modificado levemente en nuestro medio, con el cual se amenaza a una persona, en forma vindicativa, para cobrarse una deuda, no necesariamente consistente en dinero, por algún presunto daño que aquella ha causado al que amenaza.
    Con respecto a su organización sintáctica, Julio Casares hace notar que el uso de los pronombres femeninos ‘la’ y ‘las’ se manifiesta en varios modismos que empleamos a menudo, tanto en singular, como en plural: “Buena la has hecho”; “Se la han tomado con él”; “La emprendieron a palos”; “Se las da de valiente”; “No sé cómo se las arregla”; “Lleva las de perder”; “Que se las arregle como pueda”; “¿Cómo la estará pasando?”, y muchas otras. Este uso es una constante en español y se remonta no solo al latín, sino hasta el indoeuropeo.
    Por otra parte, debo destacar que ya que esta frase se aplica a múltiples situaciones de la vida, relacionadas con tomar venganza de algo contra alguien atesora un origen distinto al pago de deudas pecuniarias o de dinero, como podríamos pensar en primera instancia. En efecto, “pagar” nació del verbo latino “paccare”, que significa “apaciguar, aplacar, calmar, satisfacer”. Es decir, cuando pagamos una cuenta, dejamos satisfecho a nuestro acreedor, con lo cual se explica el sentido principal con que utilizamos ese verbo, relacionado con deudas económicas.

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