Jardín de infancia
[Cuento. Texto completo]
Naguib Mahfuz
-Papá...
-¿Qué?
-Yo y mi amiga Nadia siempreestamos juntas.
-Claro, mujer, porque es tu amiga.
-En clase... en el recreo... a lahora de comer...
-Estupendo... es una niña buena yjuiciosa.
-Pero en la hora de religión yovoy a una clase y ella a otra.
Miró a la madre y vio que sonreía,ocupada en bordar un mantel. Y dijo, sonriendo también:
-Sí... pero sólo en la clase dereligión...
-¿Y por qué, papá?
-Porque tú eres de una religión yella de otra.
-Pero, ¿por qué, papá?
-Porque tú eres musulmana y ellacristiana.
-¿Y por qué, papá?
-Eres aún muy pequeña, ya locomprenderás...
-No, ¡soy mayor!
-No, eres pequeña, cariñito...
-¿Y por qué soy musulmana?
Debía ser comprensivo y delicado:no faltar a los preceptos de la pedagogía moderna a la primeradificultad. Contestó:
-Porque papá es musulmán... mamáes musulmana...
-¿Y Nadia?
-Porque su papá es cristiano y sumamá también...
-¿Porque su papá lleva gafas?
-No... Las gafas no tienen nadaque ver. Es porque su abuelo también era cristiano y...
Siguió con la cadena deantepasados hasta aburrirse. Trató de cambiar el tema pero la niñapreguntó:
-¿Cuál es mejor?
Dudó un momento antes de contestar:
-Las dos...
-¡Pero yo quiero saber cuál esmejor!
-Es que las dos lo son.
-¿Y por qué no me hago cristianapara estar siempre con Nadia?
-No, cariñito, es mejor que no.Hay que ser lo mismo que papá y que mamá...
-¿Y por qué?
Francamente: la pedagogía modernaes tiránica.
-¿Por qué no esperas a ser mayor?
-No. ¡Ahora!
-Bien. Digamos que por gusto. Aella le gusta más una y tú prefieres la otra. Tú eres musulmana y ellatiene otro gusto. Por eso tienes que seguir siendo musulmana.
-¿Nadia tiene mal gusto?
Dios confunda a ti y a Nadia.Había metido la pata a pesar de las precauciones. Se lanzó sin piedadal cuello de una botella.
-Sobre gustos no hay nada escrito.Lo único imprescindible es seguir siendo como papá y mamá...
-¿Puedo decirle que ella tiene malgusto y yo no?
Salió al paso:
-Las dos son buenas: tanto elIslam como el Cristianismo adoran a Dios.
-¿Y por qué yo lo adoro en unahabitación y ella en otra?
-Porque ella lo adora de unamanera y tú de otra.
-¿Y cuál es la diferencia, papá?
-Ya lo estudiarás el año que vieneo el otro. Por el momento confórmate con saber que Islam y Cristianismoadoran a Dios.
-¿Y quién es Dios, papá?
Se detuvo, reflexionó un segundo ypreguntó, extremando las precauciones:
-¿Qué les ha dicho Abla?
-Lee la azora y nos enseña arezar, pero yo no sé. ¿Quién es Dios, papá?
Se quedó pensando con sonrisatorcida. Luego:
-Es el Creador del mundo.
-¿De todo?
-De todo.
-¿Qué quiere decir Creador, papá?
-Quiere decir que lo ha hecho todo.
-¿Cómo, papá?
-Con su Sumo poder.
-¿Y dónde vive?
-En todo el mundo.
-¿Y antes del mundo?
-Arriba...
-¿En el cielo?
-Sí...
-Quiero verlo.
-No se puede.
-¿Ni en la televisión?
-No.
-¿Y no lo ha visto nadie?
-Nadie.
-¿Y por qué sabes que está arriba?
-Porque sí.
-¿Quién adivinó que estaba arriba?
-Los profetas.
-¿Los profetas?
-Sí, como nuestro señor Mahoma.
-¿Y cómo, papá?
-Por una gracia especial.
-¿Tenía los ojos muy grandes?
-Sí.
-¿Y por qué, papá?
-Porque Dios lo creó así.
-¿Y por qué, papá?
Contestó tratando de no perder lapaciencia:
-Porque puede hacer lo quequiere...
-¿Y cómo dices que es?
-Muy grande, muy fuerte, todo lopuede...
-¿Como tú, papá?
Contestó disimulando una sonrisa:
-Es incomparable.
-¿Y por qué vive arriba?
-Porque en la tierra no cabe, perolo ve todo.
Se distrajo un momento, perovolvió:
-Pues Nadia me ha dicho que vivióen la tierra.
-No es eso; es que lo ve todo comosi viviese en todas partes.
-Y también me ha dicho que lagente lo mató.
-No, está vivo, no ha muerto.
-Pues Nadia me ha dicho que lomataron.
-Qué va, cariñito, creyeron que lohabían matado pero estaba vivo.
-¿El abuelo también está vivo?
-No, el abuelo murió.
-¿Lo han matado?
-No, se murió.
-¿Cómo?
-Se puso enfermo y se murió.
-Entonces ¿mi hermana va a morirse?
Frunció las cejas y contestóadvirtiendo un movimiento de reproche del lado de la madre:
-Ni mucho menos, ella se curará siDios quiere...
-¿Por qué se murió entonces elabuelo?
-Porque cuando se puso enfermo eraya mayor.
-¡Pues tú eres mayor, has estadoenfermo y no te has muerto!
La madre lo miró regañona. Luegopasó la vista de uno a otro azorada. Él dijo:
-Nos morimos cuando Dios lodispone.
-¿Y por qué dispone Dios que nosmuramos?
-Porque es libre de hacer lo quequiere.
-¿Es bonito morirse?
-Qué va, mi vida.
-¿Y por qué Dios quiere una cosaque no es bonita?
-Todo lo que Dios quiere paranosotros es bueno.
-Pero tú acabas de decir que no loes.
-Me he equivocado, querida.
-¿Y por qué mamá se ha enfadadocuando he dicho que por qué no te habías muerto?
-Porque todavía no es la voluntadde Dios que yo muera.
-¿Y por qué no, papá?
-Porque Él nos ha puesto aquí y Élnos lleva.
-¿Y por qué, papá?
-Para que hagamos cosas buenasaquí antes de irnos.
-¿Y por qué no nos quedamossiempre?
-Porque si nos quedásemos nohabría sitio para todos en la tierra.
-¿Y dejamos las cosas buenas?
-Sí, por otras mucho mejores.
-¿Dónde están?
-Arriba.
-¿Con Dios?
-Sí.
-¿Y lo veremos?
-Sí.
-¿Y eso es bonito?
-Claro.
-Entonces, ¡vámonos!
-Pero aún no hemos hecho cosasbuenas.
-¿El abuelo las había hecho?
-Sí.
-¿Cuáles?
-Construir una casa, plantar unjardín...
-¿Y qué había hecho el primo Totó?
Por un momento se puso sombrío.Echó a la madre furtivamente una mirada desvalida, luego contestó:
-Él también había construido unacasa, aunque pequeña, antes de irse...
-Pues Lulú el vecino me pega ynunca hace cosas buenas...
-Es que él ha nacido anormal.
-¿Y cuándo va a morirse?
-Cuando Dios quiera.
-¿Aunque no haga cosas buenas?
-Todos tenemos que morir. Los quehacen cosas buenas se van con Dios y los que hacen cosas malas se vanal infierno.
Suspiró y se quedó callada. Elpadre se sintió materialmente aliviado. No sabía si lo había hecho bieno si se había equivocado. Aquel torrente de preguntas había removidointerrogaciones sedimentadas en lo más hondo de sí. Pero la incansablecriatura gritó:
-¡Yo quiero estar siempre conNadia!
La miró inquisitivo y ella declaró:
-¡En la clase de religión también!
Se rió estrepitosamente, la madretambién rió, él dijo bostezando:
-Nunca imaginé que fuera posiblediscutir estas cuestiones a semejante nivel...
Habló la mujer:
-Llegará el día en que la niñacrezca y puedas razonarle las verdades.
Se volvió para comprobar siaquellas palabras eran sinceras o irónicas y la encontró enfrascada enel bordado.
FIN